La Plataforma de Finanzas Éticas y Alternativas sirve y se orienta a:
- Emprendimientos que buscan poner en marcha iniciativas con vínculos y compromisos sociales y transformadores.
- Cooperativas y organizaciones de la economía social y solidaria que quieran acceder a una financiación a fin a sus principios y valores para fortalecer y/o mejorar cualquier ámbito de su actividad.
- Organizaciones sin ánimo de lucro y no gubernamentales, que buscan adelantos de subvenciones o incluso apoyar sus actividades.
- Iniciativas que adoptan fórmulas colectivas para dar respuesta a problemas como la vivienda, la energía o el consumo responsible y sostenible.
- Administraciones locales que necesiten apoyo financiero para actividades de desarrollo local e incluso el fomento del emprendimiento en sus territorios.
- Personas individuales o colectivos en riesgo de exclusión financiera o en emergencia social.
Historia
Las finanzas éticas son fruto de los movimientos de economía alternativa que buscan una economía real y actividades con un impacto social y ambiental positivo. En los años 60, los escándalos políticos y los conflictos bélicos internacionales hicieron que surgiese una conciencia ciudadana que reclamaba poder decidir sobre el destino de sus ahorros y buscaba darles una mayor coherencia en relación a sus valores, cuestionando que su dinero pudiera servir, entre otros fines, para la financiación del conflicto bélico contra el que se estaban movilizando.
Inicialmente, pues, las finanzas éticas nacieron para fomentar la coherencia entre nuestro sistema de valores y el destino que deseamos de nuestro dinero. Por ello, ponían el acento en la exclusión de determinadas inversiones con impactos negativos a nivel social o ambiental. Poco a poco, las finanzas éticas han ido incorporando unos criterios positivos con el fin de invertir en sectores con impactos sociales y ambientales que transformen nuestra sociedad. Paralelamente, durante la década de los 70, los países empobrecidos se vieron excluidos del sistema financiero internacional, y esto hizo surgir multitud de redes locales alternativas de financiación, a menudo en forma de microcréditos.
Principios y valores
Los principios que rigen a las entidades de finanzas éticas impregnan desde su política de inversiones hasta su propia estructura (interna y externa), guiando, no solo todas y cada una de las actividades de la entidad financiera sino también su actitud y compromiso:
- Ética aplicada: se entiende como un proceso de reflexión constante en la aplicación de los criterios de inversión y de concesión de créditos.
- Coherencia: implica excluir las inversiones en sectores que puedan tener efectos negativos para la sociedad y el planeta (armamento, especulación, actividades contaminantes, etc.)
- Implicación: se invierte en proyectos con un alto impacto social, ambiental y cultural. Las finanzas éticas facilitan el acceso al crédito a colectivos que tradicionalmente habían sido excluidos.
- Participación: se promueven las formas organizativas que faciliten la participación democrática. A menudo, las entidades financieras éticas son cooperativas, donde las personas socias deciden sobre las políticas básicas de la entidad con independencia del capital aportado (una persona equivale a un voto).
- Transparencia: se garantiza el principio de transparencia de las personas o las entidades ahorradoras que saben a quién y para qué están sirviendo sus ahorros. Las entidades financieras éticas informan periódicamente a las personas socias y clientes sobre los proyectos financiados.
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